Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

sábado, 4 de noviembre de 2023

¡Que ahorquen a Heródoto!


-¿Cómo dice, señor? ¿Duda usted de Heródoto?
-¡Que ahorquen a Heródoto! Y a Plinio junto con él. Francamente, ¿cómo puede pretender que un ser racional acepte todos esos disparates sobre tribus que chillan como murciélagos y son más veloces que los caballos? ¿O sobre esos pigmeos o duendes -o como los llamen- que corretean y saltan airosamente por los bosques como si la jungla fuera un parvulario de Mayfair? Le digo que todo eso no son más que mitos. Puro folclore. Tombuctú es tan real como la tierra de los lestrigones.
Sir Joseph Banks, presidente de la Royal Society, tesorero y director de la Asociación Africana para la Promoción de la Exploración, está sentado a la cabecera de la mesa de caoba de su biblioteca, en el número 32 de Soho Square. Frente a una copa de Madeira. Estamos en julio, las ventanas están abiertas, las mariposas nocturnas revolotean alrededor de las lámparas. En la pared del fondo, cuelga un mapa de África de Desceliers del siglo XVI. Sir Joseph lo contempla taciturnamente, apenas prestando atención al debate que tiene lugar a su alrededor. Una joya artesanal, ese mapa de Desceliers. Lleno de colorido. Imaginativo. Por supuesto, no es más que un esbozo, un perímetro con alfileres marcando topónimos, pero el vasto e inexplorado territorio interior permanece astutamente oculto tras un goteo de ríos imaginarios y legiones de míticas bestias, doncellas de seis brazos y cíclopes sin brazos o sin piernas. Sir Joseph suspira, bebe un lúgubre sorbo de vino. Dos siglos después, él y sus colegas -hijos de la Ilustración- casi saben tanto como Desceliers.       

T.C. Boyle
Música acuática.
Impedimenta.
Traducción: Manuel Pereira. 

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