Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

miércoles, 1 de noviembre de 2023

Fantasistas


Supongo que ya había barruntos en el imaginario, a veces enciclopédico, de crónicas literarias revisadas, de escaparates de librerías observados al milímetro, de críticas escuchadas en cualquier cadena de radio o del boca a oído entre noveleros, pero lo cierto es que me encontré por primera vez con una obra de Rivera Letelier en una plaza ajardinada recién llegado a Copiapó, a la orilla del Norte Grande. Se trataba de "El fantasista", y nosotros, que jamás habíamos sido lumbreras y ni siquiera meritorios en aquello de dominar los caprichos del balón, nos sentimos hermanados con las glorias efímeras y los fracasos desvelados de aquel mago del fútbol salitrero.
Recuerdo que a poco llegaste tú, de sorpresa, a Santiago y al tiro compartimos descubrimiento, como antes lo habíamos hecho con los sabios escritos de John Berger y algún otro.
Entonces no, pero en algún otro viaje, yo creo que en aquel de varios meses que te marcaste, pudiste visitar alguna oficina salitrera fantasma y me trajiste alguna ficha, que aún conservo de recuerdo, de la oficina y ahora también de ti. Una de aquellas fichas de economato que mencionaba la Cantata de Santa María, repleta de injusticias y de "sequiedades del silencio, para siempre sequiedades".
Y ahí continuó, sin duda, el encantamiento con las historias que nos iba contando libro a libro el buen Rivera Letelier, aunque a veces nos parecía que flojeaba y repetía en demasiadas ocasiones la misma fábula. Pero seguíamos incansables e inabordables hasta llegar a "La contadora de películas". 
Ayer la vi, plasmada en carne y hueso de celuloide (o en lo que se quiera que ahora se hagan las películas, en polvo de estrellas quizá) y me acordé de todo esto y también de ti, que ya no estás, y de que al igual que la protagonista tú también tenías el magnífico poder de narrar una película en blanco y negro como si estuviera hecha en cinemascope y technicolor. Y también recordé que, si no hay nada que lo impida, en unos meses iremos de nuevo a ese Chile quimérico para el que tú también tenías pasaje.
Aunque ya no nos quede mucho tiempo para cambiar el mundo.

  

2 comentarios:

  1. El mundo no está hecho. Se está haciendo.

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  2. Hola José María. Hay una escena en la película en la que la madre de la protagonista acude al sindicato para solucionar una cuestión relacionada con el trabajo de su marido y al escuchar un discurso más o menos incendiario sobre los medios de producción y los dueños de la salitrera se vuelve a marchar sin hacer consulta alguna. Entonces la hija le pregunta por qué se vuelven sin haber realizado la consulta y la madre le responde que esos antes de solventar su problema quieren cambiar el mundo y ella ya no tiene tiempo para tanto. Así que por eso termino así, aunque no sé muy bien a estas alturas si el mundo está en constante cambio o en franco declive. Un abrazo.

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