Tengo una amiga que durante varios años consecutivos me felicitaba un día de marzo, simplemente con un "felicidades, poeta", sin que yo supiera exactamente el motivo (por entonces tan indeterminado para mi como el día de marzo). Al principio yo lo achacaba a la cercanía de San Patricio (17 de marzo), por aquello de mi afición a lo irlandés (aunque no tanto a lo religioso), pero tampoco me cuadraba claramente.
Con el tiempo (dos o tres años después, llámenme obtuso) descubrí la verdadera razón, cuando advertí que hay un día para todo, hasta el punto de que no tiene suficientes días el año para tanta onomástica, para tanto todo.
Pues bien, el día 21 de marzo es la celebración del día de la poesía. Quítenle el miedo, por favor, aunque sea por ese día. Sepan que la poesía, se fabrique con mayor o menor fortuna (eso ya es otro cantar), es el rasgo más representativo de la alquimia. Ustedes toman las palabras, las reducen a cálidas emociones en un matraz, las escancian como lágrimas, gota a gota, y las recogen con esmero en unos pocos versos. Ustedes creen que ahí está la poesía y, sin embargo, lo más probable es que se encuentre en otra parte, en lo invisible, en el vapor que en el proceso se escapa.
¿Es, por tanto, la poesía inalcanzable? Más bien no. La poesía es, tal vez, uno de las manifestaciones más humanas y, por tanto, está, si se quiere percibir, en todas partes. Se puede respirar mezclada con el aire.
Entonces, ¿por qué limitarnos a respirar un día pudiendo hacerlo siempre?
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