Ahora que también Egipto, después de Túnez, ha resuelto, con éxito según dicen, su propia rebelión, y que la pólvora democrática se va extendiendo con más o menos pundonor por otros países musulmanes de la zona, sigo escuchando que todo se inició con el sacrificio de un pobre muchacho tunecino al que la policía incautó su puesto de frutas y verduras.
Y no es que quiera desmerecer su terrible decisión y lo que supuso en el ánimo y la indignación de sus compatriotas, pero creo, ahora, que ya es hora de decir en honor a la verdad que la chispa se encendió realmente en el campamento de protesta de “Gdeim Izik”, allá por noviembre, en el Sáhara ocupado cuando miles de saharauis reclamaban una mejora de sus deprimentes condiciones sociales y económicas.
Pero debe ser que en esta España gobernada por unos “rarísimos” amigos del pueblo saharahui no interesa que esto se diga así.
Y no es que quiera desmerecer su terrible decisión y lo que supuso en el ánimo y la indignación de sus compatriotas, pero creo, ahora, que ya es hora de decir en honor a la verdad que la chispa se encendió realmente en el campamento de protesta de “Gdeim Izik”, allá por noviembre, en el Sáhara ocupado cuando miles de saharauis reclamaban una mejora de sus deprimentes condiciones sociales y económicas.
Pero debe ser que en esta España gobernada por unos “rarísimos” amigos del pueblo saharahui no interesa que esto se diga así.
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