Nos vamos a Donosti en plena tarde de verano y volvemos 9 horas después en una noche de crudo invierno. Este norte insensato es lo que tiene. Sin embargo, la ciudad vieja hierve de turistas y paseantes. También en el mar se arremolinan como insectos aquellos que buscan la gran ola. Parecen habitantes de otro mundo. Nosotros hemos ido a contemplar una barriguilla paridora. Nines está guapa como nunca. La próxima vez que nos veamos será dos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario