Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

domingo, 6 de abril de 2014

Lluvia tras los cristales



En una aldea en la que los habitantes, según los días, pueden contarse con los dedos de ambas manos, en caso de buen tiempo hay posibilidades de tropezarse con alguno por la calle. Pero si llueve y llueve, las citadas posibilidades, aunque el espacio sea corto, son algo más que remotas. 
Por otra parte, tampoco se puede pasear o subir al monte o ir a la huerta, salvo que tengas ganas de mojarte.
Y tampoco hay bar. 
Por eso, en esos días hay que dedicarse a los clásicos:
Las sopas de letras y un buen libro.
En última instancia siempre se puede mirar la lluvia en los cristales.
Entretiene mucho. 

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