¡Ay, la niebla, la niebla!
La que empalidece el color
y engalana las geometrías,
la que apaga el aire.
La niebla silenciando
el rumor de lo que palpita,
el vuelo de las aves,
el rumiar de las vacas,
el fuelle del oxígeno
que respiro.
La terrible mirada
que ciega los horizontes.
MCH
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