Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

domingo, 15 de octubre de 2023

La taberna fantástica

 

La taberna fantástica 

                                                                 En aquella taberna
                                                          todo parecía quedar fuera
                                                         del poder del Estado.                          

                                                                                              Manuel Rivas 

En este poema han pasado casi quince años
en lo que se tarda en servir una pinta de Guinness
con un trébol irredento coronando su espuma.
Y mientras tanto, al comienzo de todo, un forastero,
que aún no sabe que dentro de unos instantes
pedirá esa cerveza de aguas negras como el que pide salvación,
transita, inabordable, por sus pensamientos
en una calle anónima de una ciudad desconocida.
 
En este poema salen de su interior los lamentos
de un mago extravagante, quizá recién llegado del Valle de Strathmore
o tal vez, porque la memoria se hace mezcla de humo de tabaco antiguo
y vapores de grog, se van del bar los pasos quedos de alguien que,
de regreso, acompaña a la medianoche y a la melancolía,
mientras escapa también del verso al son de la gaita apacible de Spillane. 

Por este poema entra la memoria de los amigos
todas las noches de mi vida y sube hasta mi almohada
la necesidad atribulada de su recuerdo.
Por este poema van y vienen batallas que libramos
y conversaciones que fueron, como un hálito rebelde
que circula por el aire. Por este poema viajan
almas en pena que no se acostumbran al silencio. 

En este poema lo que hay en realidad es el fantasma de una taberna.
Por ella, raudo y mágico, entro en Torrelavega,
me pido un café bien cargado, y amanezco en Donegal,
en Derry o en Plouyé, en el malecón de La Habana,
en San Cristóbal de las Casas o, solitario e imprudente,
ante un tanque en la plaza china de Tiananmen. 

Pero a este poema se vuelve siempre, como si la vida fuera un guiño,
un buen trago, una mala broma, un birlibirloque
o tuviera la brevedad de una despedida,
del mismo modo que el Capitán Morgan retorna al mar
con el reflujo de las olas, como los personajes regresan a los libros,
como el viento se hace de nuevo viento tras su derecho a la pereza,
como nosotros permanecemos, quietos, jóvenes e irreductibles,
brindando como ayer por nuestros muros de amor y de piedra.


                                                                  MCH

 

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