Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

lunes, 23 de octubre de 2023

Napátridas del mundo

En Nápoles, cuando bajo por las escalerillas del tren, no tengo la sensación de estar de vuelta. Por el contrario, me siento solo más merecidamente que en cualquier otro lugar. Una ciudad no perdona la separación, que es siempre una deserción. Estoy de acuerdo con ella, con la ciudad: quien no estuvo o se ausentó ahora no está; su derecho de ciudadanía ha prescrito. Ahora es uno de los muchos transeúntes a los que ella acoge, sin oponer resistencia, un extranjero embobado al que nadie ahuyenta, al que se observa de reojo como si fuera una mercancía maleable. Respeto el derecho de regurgitación que la ciudad ejerce sobre quien se aleja de ella. Si respondo de mí ante ella lo hago poniéndome en el pellejo del huésped, no del ciudadano. Y, si bien no tengo derecho a definirme como apátrida, puedo decirme napátrida: alguien que se ha raspado del cuerpo sus orígenes para entregarse al mundo.

Erri De Luca.
Napátrida. Volver a Nápoles.
Periférica (Ed.)
 

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