A finales de noviembre fui a ver grullas a Extremadura. Había cierta inquietud entre la gente interesada por las aves porque esta vez se estaban retrasando en su cita migratoria. Pero cuando llegamos allí estaban. Al principio, al atardecer, eran solo un deseo, unas sombras amontonadas en el horizonte. Sombras que en el día postrero se hicieron patentes en su magnífica y multitudinaria presencia. Muchas gracias al compañero Felipe Zapico por sus orientaciones. El año que viene, si nada se tuerce, seremos también grullas, fieles a la cita.
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