Ellos, los animales, nos miran de frente,
desde la lejanía del tiempo en que olvidamos
qué era aquello de la fraternidad entre las especies.
Nos miran ajenos, con la brizna de desconfianza
que ahorra excusas y lamentos,
con la pertinencia de los destinados a la servidumbre,
con el peso de las llanuras y los bosques,
como víctimas dispuestas
a nuestro capricho de la muerte.
Ellos, los invisibles, los animales.
MCH
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