Es de suponer que los sacrificios de los demás en tiempo de crisis le quitan el sueño de tal manera que por esa razón, sonámbulo como estaba, se dio el trompazo.
O se tropezó con algo muy real.
O con un colmillo retorcido.
O no encontró la senda... (la de los elefantes, se entiende).
Esa que pasa por Roma.
Como el "agüelico".
No hay comentarios:
Publicar un comentario