Aunque todo es discutible, hay algo de poesía natural en que te caiga una tremenda e invernal nevada en primavera subiendo el puerto hacia Castilla.
Poesía de la añoranza puede haber en las andanzas por los caminos de la infancia que pasan por Saldaña, Sahagún o Gordaliza del Pino, aunque en la era de Gordaliza ya no trillen el trigo señoras curtidas de pañuelo y sombrero de paja de ala ancha como antaño, y ahora se ubiquen allí un polideportivo y un parque infantil con columpios, y tres paisanos jueguen al golf pertrechados con carrito para los palos y todo.
Poesía, incluso un poco cursi, tal vez se encuentre en el atardecer del Valle de Luna frente al pantano, aunque la noche augure un frío de cojones.
Pero, desde luego, donde están las musas sin duda alguna es en las promesas insaciables que el anónimo graffitero lanza a los cuatro vientos desde la pared de la fotografía.
Y sin que se le mueva ni una hoja.
Hay una que me encanta:" Por la calle del ya voy, se va a la casa del nunca. Miguel de Cervantes".
ResponderEliminarRaquel