Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

viernes, 8 de octubre de 2010

Cuende

Supe de la existencia de Isaac Cuende cuando yo estaba en mi primer año de Magisterio. Por entonces, el que os habla bajaba muchos días a ayudar en las labores de la Escuela Popular 11 de abril, que la gente de mi barrio, con mucho esfuerzo, había levantado como una muestra más de resistencia vecinal a los poderes establecidos.
Isaac Cuende vino a hablar de poesía y a hacer poesía sobre el terreno, que es como a mí me gusta. Con su pelo largo y su barba tenía la imagen que yo suponía que debía tener un poeta. Desde entonces guardo en mi biblioteca su Poesía de Superficie y en mis adentros la primera muestra de poesía visual que vi: la palabra SALTO con la L saltando.

Cuento esto porque ayer asistí a una emocionante fiesta de cumpleaños que sus amigos le dieron con motivo de su estreno de los ochenta. Y yo que no soy su amigo me sentí feliz por estar allí y por haberlo conocido entonces y por compartir después espacio en algún que otro recital.

Aunque probablemente no es muy importante supongo que, cuando yo era apenas un chaval, se ganó mi respeto por ser como era y por esa militancia poética que le permitía acudir con sus versos y su entusiasmo a barrios medio olvidados como el mío.

Y al fin y al cabo fue el primer poeta que conocí.
Luego he conocido a otros... Pero ya nunca fue lo mismo.

3 comentarios:

  1. La verdad que es envidiable la celebración que se vivió. Me preguntaba cuantos años necesitaría yo vivir para recibir tantas palabras bonitas de tantos amigos como recibió él ayer, ¿500 quizá?. Se me ponen los pelos de punta con sólo imaginar cuantos más se sumarán en su caso en los próximos 420.

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  2. Sin duda todo un gesto que hace reflexionar sobre el poder revolucionario de la poesía, cuando hace modificar la conducta de tanta gente en una ciudad ráncia e insolidaria como esta, capaz de alegrarse hasta de su propio fracaso cultural.

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  3. Lo del poder revolucionario de la poesía ya me gustaría que fuera verdad (aunque no sé muy bien para qué, tal vez para que haya más gente capaz de disfrutar con ella), pero creo que la capacidad de cambiar las cosas, lo feo, lo injusto, lo que no nos gusta, tiene que ver sobre todo con personas que tengan esa determinación. He visto demasiados poetas que están perfectamente donde están, o sea, cómodos.
    En cuanto a lo del fracaso cultural, ya sabes que muchos se sacarían un ojo con tal de que los demás se quedaran ciegos. Y creo que en el caso que nos ocupa(si es que hablas de capitales culturales y demás) se trata más que nada de una pelea de gallos en la que la cultura pinta más bien poco(o nada).

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