Se acaban de cumplir 100 años del nacimiento de Miguel Hernández y durante todo este 2010 el rostro y los versos del poeta pasean de homenaje en homenaje y de discurso en discurso. Miguel, sin querer, está de moda. Y como toda moda, algunos de los que la propician solamente parecen ver en ella propio beneficio. Y como alguna moda, muchos de los que la utilizan, ésta por peligrosa, quieren que sea nada más un viento pasajero.
Es lo habitual en ciertos homenajes y centenarios, aunque con Miguel Hernández es particularmente dolorosa la malévola y mercadera utilización que en demasiados casos se intuye y se percibe.
Cuando llegue el 101 aniversario probablemente muy pocos de los que hoy lo ensalzan se acordarán de él, relegado otra vez a su condición de poeta sin suerte, muerto a sus poco más de treinta años de la más terrible enfermedad que arrasó nuestro siglo veinte, la detestable ignorancia de los vencedores.
Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago
jueves, 4 de noviembre de 2010
Morir de cárcel
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