


Recupero con cierto estupor uno de los primeros cuadernos de viaje en los que, de forma sumamente rudimentaria, comencé a añadir algunos dibujos a los habitualmente inacabados textos viajeros.
La verdad es que poco a poco el tiempo dedicado a dibujar ha ido ganando espacio a la escritura; lo cual tampoco es un gran mérito ya que también dibujo menos de lo que quisiera.
Es el largo abrazo de la pereza.