Y ahí están todos, por fin.
Aquellos que dicen que sí pero nunca. Y los del tal vez. Y los del mañana, mañana.
Todos ambiguos en el ambigú de la O.N.U.
Los de las orejas tiesas y los de la piel de cordero, como lobos enmascarados.
Ahí están todos, por fin a mano alzada.
Retratándose.
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