Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

jueves, 17 de agosto de 2023

Frailecillos

 

Avistar frailecillos durante un recorrido nórdico es fácil. Entras en cualquier tienda de souvenirs y te los encuentras en llaveros, pins, imanes para nevera, peluches, sellos, camisetas y otros artículos de la industria del regalo viajero. Los pobres pájaros tienen la mala suerte de lucir naturalmente un aspecto simpático sin haber pasado por un caricaturista. Pero su pinta tiene truco.
El pico naranja es un ornamento para aparearse en primavera, que es cuando vuelven a tierra para encontrarse con sus parejas. En realidad, y aunque los humanos hemos decidido proclamarlos monógamos y familiares, los frailecillos solo son fieles a su nido. Si algún despistado pasa por ahí, se lo pueden follar sin mucho complejo de culpa.
Es curioso este sentimiento de hogar de los frailecillos atlánticos porque en realidad se pasan medio año fuera. En primavera se reproducen, crían en unos nidos bastante trabajados -gracias al pico naranja, que también les sirve como caja de herramientas- y, cuando ya tienen a la prole lista para la vida, se piran.
Los frailecillos se pierden por el océano Atlántico en invierno; se esfuman, al menos del escrutinio humano. Poco se conoce de sus vidas en esos meses y a mí me parece fenomenal. ¿Qué hacen los frailecillos en invierno? Es una pregunta con más de catorce millones de respuestas en Google. Todas las que he leído son vagas y contradictorias entre sí. Es un misterio y ojalá siga siendo así.
El comportamiento invernal de los frailecillos atlánticos es un corte de mangas a nuestra obsesión por saberlo todo de cualquier cosa con el fin de cazarla, poseerla o protegerla. Lo mismo da. En el fondo es la misma forma de conquista, de necesidad de control absoluto de algo, la vida, que se nos va de las manos a cada instante.
Qué agotador es ser humano, tener una existencia tan corta e insignificante y estar convencido de ser el eje sobre el que gira el universo entero.

Cabo Norte.
Pedro Bravo.
Ediciones Menguantes.


No hay comentarios:

Publicar un comentario