Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

domingo, 6 de agosto de 2023

Quemar libros


 - ¡Válame Dios!- dijo el cura, dando una gran voz. - ¡Que aquí esté Tirante el Blanco! Dádmele acá, compadre; que hago cuenta que he hallado en él un tesoro de contento y una mina de pasatiempos. Aquí está don Quirieleisón de Montalbán, valeroso caballero, y su hermano Tomás de Montalbán, y el caballero Fonseca, con la batalla que el valiente de Tirante hizo con el alano, y las agudezas de la doncella Placerdemivida, con los amores y embustes de la viuda Reposada, y la señora Emperatriz, enamorada de Hipólito, su escudero. Digoos verdad, señor compadre, que, por su estilo, es éste el mejor libro del mundo: aquí comen los caballeros y duermen y mueren en sus camas, y hacen testamento antes de su muerte, con estas cosas de que todos los demás libros deste género carecen. Con todo eso, os digo que merecía el que le compuso, pues no hizo tantas necedades de industria, que le echaran a galeras por todos los días de su vida. Llevadle a casa y leedle, y veréis que es verdad cuanto dél os he dicho.
- Así será -respondió el barbero-; pero ¿qué haremos destos pequeños libros que quedan?
- Éstos -dijo el cura- no deben ser de caballerías, sino de poesía.
Y abriendo uno, vio que era La Diana, de Jorge de Montemayor, y dijo, creyendo que todos los demás eran del mesmo género:
- Éstos no merecen ser quemados, como los demás, porque no hacen ni harán el daño que los de caballerías han hecho; que son libros de entendimiento, sin perjuicio de tercero.
- ¡Ay señor! -dijo la sobrina-. Bien los puede vuestra merced mandar quemar, como a los demás; porque no sería mucho que, habiendo sanado mi señor tío de la enfermedad caballeresca, leyendo éstos se le antojase de hacerse pastor y andarse por los bosques y prados cantando y tañendo, y, lo que sería peor, hacerse poeta, que, según dicen, es enfermedad incurable y pegadiza.

Don Quijote de la Mancha.
Miguel de Cervantes.
Ediciones Orbis.  

   

4 comentarios:

  1. Yo no me quedaría con la mera lectura de una quema o destrucción de libros, que encaja en la antigua costumbre de ir contra lo heterodoxo, sino que aquí más bien es la selección lo que prima en la intención de Cervantes. Distinguir los textos bien escritos y que merecen la pena de otros que son fútiles.

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  2. Efectivamente el episodio continua con la elección de los buenos libros que poseía Alonso Quijano, pero me quedé con este texto, por motivos cercanos, en alusión a la imagen que se expresa sobre la poesía.

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  3. La imagen tan antigua se pretende como un toque naíf, buenista (desde punto de vista católico y contrareformista) y hasta risueño, pero la perversidad del dogma no puede ocultar la barbarie. A mí las fotografías que me impactan en exceso son las de los nazis y sus hogueras, al fin y al cabo están más próximas en el tiempo y acaso en las previstas intenciones de algunos que van asomando las orejas como dignos sucesores en nuestros días.

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  4. Supongo que te refieres a la imagen que ilustra la entrada, y tengo mis dudas respecto a lo que afirmas del toque naif y buenista. No deja de ser una ilustración de su tiempo y es complicado juzgar desde el nuestro. En lo otro, en lo de los nazis, coincido. Recientemente he visto una fotografía de 1939 o 1940 con una quema de libros, brazo en alto, en la Universidad Complutense. Luego los enemigos de España son los demás y no ellos. Lo digo por lo que se avecina.

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