Antes de llegar aquí por primera vez imaginaba un lugar de páramos, llanuras y trigo, a imagen de la parte de la provincia de León que yo conocía. Entonces llegué en tren minero y hacía mucho frío. Mientras caminábamos con las mochilas al hombro por la carretera en dirección al pueblo, Sol me mostró a la vieja del monte, una roca que, recordando vagamente a una mujer, parecía a punto de cumbrear la sierra. Luego ya me señaló la Collada y Peña Galicia y me habló de trincheras y maquis.
Al poco me inicié en la lectura de "Luna de lobos" al sol titubeante del patio de la casa. Más tarde comencé a enlazar el paisaje con otras novelas: "Los bravos", "La que no tiene nombre", "Los jinetes del alba". Cada vez que voy me hundo un poco en las aguas de nostalgia de "El río del olvido".
Va casi para treinta años.
De casi todo hace ya veinte años...
ResponderEliminarPor suerte.