Tarde lluviosa para pajarear. Desde Raos se ve la larga línea de la ciudad de Santander envuelta en bruma. A lo lejos podemos apreciar a duras penas un alca entre la olas, y mucho más allá dos o tres barnaclas. Sin embargo a dos pasos de nosotros (si pudiéramos caminar sobre las aguas) deambulan con total tranquilidad varios ejemplares, como estos, de zampullín cuellinegro.
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