De madrugada, en la calle Talbot, muy cerca de O’Connell Street, Sol y Fede encuentran en medio del asfalto una pelota de golf y comentan en broma que la pasión de los irlandeses por ese deporte no tiene límite, ya que son capaces de convertir el centro de Dublín en un gran “green”.
Esa misma noche, Severiano Ballesteros, el golfista cántabro, muere en España tras una larga pelea contra el cáncer. Nos enteramos al día siguiente por los periódicos irlandeses, que dan la noticia con todo lujo de detalles, como si hubiera muerto uno de los suyos.
A la noche siguiente, en el Pub Madigan, también en Talbot Street, un viejo dublinés con unas cuantas pintas de más, intenta pegar la hebra con nosotros a la puerta del local. Tras la consabida pregunta de “where are you from?”, el hombre no cesa de repetir “Sivi, a great man, a great spanish man”.
Esa misma noche, Severiano Ballesteros, el golfista cántabro, muere en España tras una larga pelea contra el cáncer. Nos enteramos al día siguiente por los periódicos irlandeses, que dan la noticia con todo lujo de detalles, como si hubiera muerto uno de los suyos.
A la noche siguiente, en el Pub Madigan, también en Talbot Street, un viejo dublinés con unas cuantas pintas de más, intenta pegar la hebra con nosotros a la puerta del local. Tras la consabida pregunta de “where are you from?”, el hombre no cesa de repetir “Sivi, a great man, a great spanish man”.
you are right , man.
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