Un amigo me envía un mensaje con los resultados de las elecciones municipales en Marinaleda, localidad de Sevilla que se caracteriza desde hace años por una gestión, vamos a decir, "diferente" de las cosas del Consistorio. Allí Izquierda Unida ha revalidado su hegemonía obteniendo 9 concejales de 11. Los otros dos han ido para el PSOE. El partido triunfante en el resto del país no ha obtenido ningún puesto.
Mi amigo, puntilloso él, matiza que, cuando se realizan políticas de izquierda reales, la población, inteligentemente, lo reconoce.
Y finaliza, apostillando con toda su ironía, que cree que se va a mudar.
Al margen de Marinaleda, la barrida de la derecha ha sido tan espectacular que el ánimo y el horno no están para muchos bollos y la recuperación parece incierta.
A pesar del ligero crecimiento en votos de IU a nivel nacional, continúa con esa sucesión de pequeñas derrotas a la que nos tiene acostumbrados.
Sin embargo los grandes derrotados en esta ocasión (ese PSOE de cartón piedra que sólo se acuerda de la izquierda cuando truena) podrían empezar a hacer reflexiones "cueste lo que cueste y les cueste lo que les cueste". Difícil tesitura para tanto desacostumbrado.
Los demás aguantaremos el chaparrón mientras pensamos en mudarnos.
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