Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

domingo, 5 de abril de 2020

Esto no es un diario XXII


Reniegos y denuestos

Me cago en este desconsuelo que me vive en la garganta y en la vocación de nube o de torrente  caudaloso con que me atormenta cada uno de mis ojos.
Me cago en los muros que me cercan y en la tentación de los ventanales, en los días repetidos y en los abrazos con amnesia.
Me cago, ya ves, en el cariño que me ejecuta y en el amor con  que te mato.
Me cago en las calles vacías, en la tierra de por medio y en el lacerante distanciamiento social.
Me cago en la pena negra, en los que señalan con el dedo,  en el principio de autoridad y, de paso y por si acaso,  en la propaganda policial.
Y por cagarme, señores, me cago a gusto, además, en los ríos que andan revueltos, en los lucros de pescadores y en  los que, pudiendo remar contigo, reman al lado inverso.
Y por si olvido algún fulano, me defeco, entre tanto, en fachas y mercaderes, en sus púlpitos, en sus trincheras y en sus carpetovetónicos ancestros.
Y para que no quede ninguno sin justa deposición, evacuo, para acabar, en la impúdica y alarmante prepotencia moral que destilan también algunos que se dicen de los nuestros.


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