Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

domingo, 12 de abril de 2020

Esto no es un diario XXIX


Todo transcurre como en las páginas de los libros que leímos, pero también probablemente como en los que vamos a leer.
Un jinete recorre la estepa llevando un mensaje primordial. Hay un coronel que no tiene a nadie que le escriba y en ocasiones hablamos con muertos que no saben todavía que lo están. La Maga camina por París como quien recorre el mundo, con la misma alegría y con la misma melancolía a la vez. Un mestizo, mitad blanco, mitad lakota, conserva durante años en el sótano de su casa los cadáveres momificados de cuatro soldados de caballería, de igual manera que nosotros guardamos en lo más profundo aquello que nos avergüenza o lo que tememos. Y sabemos del valor inmenso de una bicicleta con la que pedaleamos por las pistas de tierra roja en cualquier lugar de África, antes de sentarnos a la sombra del árbol de la aldea o en la casa de la palabra. Un maestro nos enseña la razón de la lengua de la mariposa o advertimos que hay sombras que no son las que vemos al calor de la hoguera en la pequeña caverna que nos acoge.
Todo ocurre en los libros. Todos los destinos de la brújula están ahí, como si el papel en el que están escritos fuera el otro lado de nuestra claraboya o un faro señalando a la aurora boreal que soñamos un día.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario